El proyecto de Antorcha, un mosaico con partes bien ensambladas: ACM
*El antorchismo nacional comenzó ayer los juegos de la XIV Espartaqueada , en Tecomatlán, Puebla.
*Es una fiesta deportiva… y política, afirmó el dirigente.
Lorenzo Delfín Ruiz
Desinhibido y sin quejarse, entre el desperdicio en plena zona de construcción, José Monterde Quintero se despojó de su indumentaria de estudiante de propedéutico en la Universidad Autónoma Chapingo, a donde espera entrarle con fe a la carrera de Fitotecnia; enhuarachó sus pies, se encajó en el cuerpo un atuendo de colorido extremo y en la cabeza un penacho que remonta a etapa de raza gloriosa.
Abandonó el idioma del coloniaje, adoptó la lengua materna y le declamó a una masa festiva de diez mil almas concentradas en una plaza de toros que rechina de nueva. Tecomatlán le escuchó:
Itech ni cuexan neje,
Mixti campa hualtemou
No masehual ikniuj ihuan
Neje hueyi cuauhtli.
Ni huitza ni yec chichiutihuis
Ica huehueyi cualanyome
Nej ni masehual…
Verso por verso en náhuatl; verso por verso, traducida al español la poesía “Águilas y estrellas” (Cuauhtli huancitalimej, ni más ni menos) conmovió hasta la médula:
Del seno de la niebla
A donde descendió
Mi estirpe de águila,
Vengo henchido
De gloria y recuerdos,
De grandezas derruidas;
Soy mi raza…
El fragmento de la poesía bastó para refrescar en la memoria martirizada por la avasallante conquista, que existe resistencia franca a la pérdida de virtudes propias ancestrales, y que esa masa reunida en la Plaza de Toros “La Antorcha” asistía no sólo a la inauguración de la versión número 14 de una fiesta deportiva llamada Espartaqueada y que el Movimiento Antorchista Nacional realiza cada dos años en el poblano municipio de Tecomatlán, su cuna.
Asistía también, diría después el dirigente del antorchismo nacional, Aquiles Córdova Morán, a una fiesta política, a un evento en el que, despojadas las formalidades y los formulismos que maquillan, se dirían nuevamente verdades de la condición social de 80 millones de mexicanos que, machacaría el líder antorchista, necesitan al hombre adecuado que los saque de la pobreza extrema en que se debaten, con sus secuelas destructivas y que orillan a la violencia: hambre y desnutrición crónica.
La alocución del dirigente caló, como siempre, hondo. Como anfitrión festivo de una clase política poblana y las de otras regiones del territorio nacional, efervescentes todas, Córdova Morán les recordaría, con doble copia para los extraños ausentes, que Antorcha, la Antorcha Campesina en el umbral de sus 36 años de existencia, “tiene proyecto político; no es un centón; no es una colcha de remiendos. Es un mosaico –le atizaría a los amnésicos y adversarios- cuyas partes están bien ensambladas, bien unidas para garantizar resultados en su proyecto de que México se sacuda los rastros del coloniaje, se desprenda de sus complejos y abandone la despolitización”.
Ahí, al pie del inmenso graderío de la plaza, que comparte espacios en una cómoda vecindad con la Unidad Deportiva “Wenceslao Victoria Soto” de un Tecomatlán habitualmente cargado de calor pero que ahora “sufrió” un incesante chipi chipi, el líder de la organización que persiste en reivindicar a los pobres de México estableció la necesidad de que la población despierte y compruebe lo absurdo que resulta que un país grande que lo tiene todo, encierre la pobreza más grande del Continente Americano.
“Tenemos con qué salir de la cola en que nos tienen relegados y volver a ser la cabeza de América Latina; podemos derrumbar los obstáculos para construir el país donde no haya opulencia extrema de una parte y pobreza extrema de la otra” , puntualizó.
A su juicio, no tiene caso, sin embargo, que México sea un país con suficiente capacidad para producir riqueza “si se van a quedar con ella unos cuantos vivales; pugnamos –apuntó- porque esa gran riqueza nacional sea para todos, para los verdaderos constructores de la patria que son sus trabajadores de la ciudad y del campo”.
CONVOCATORIA SIN RENCORES
Limadas las asperezas con un gobierno poblano que suele trompicarse con sus propias estrategias políticas, el antorchismo que dirige Aquiles Córdova Morán atrajo hasta Tecomatlán (porque les fueron enviados) a dos de los exponentes gubernamentales que la moda política, particularmente la de un priísmo acelerado, ha entronizado en la entidad, nada más porque son precandidatos a suceder a Mario Marín Torres como gobernador de Puebla.
Pero el énfasis recayó, llana y literalmente, en Javier López Zavala, el polémico secretario de Gobierno sobre cuya humanidad la flamante presidenta municipal de Tecomatlán, Concepción Muñiz Escalona, reafirmó su calidad de “precandidato” del PRI al gobierno de Puebla, trato harto elocuente y diferente -aunque sí muy respetable- al dado al señor secretario de Comunicaciones, Valentín Meneses.
La alcaldesa tecomateca reafirmaría en el emotivo acto de recepción a las decenas de invitados especiales, incluido un antorchismo mexiquense siempre afanoso, que los preparativos de la XIV Espartaqueada Nacional corrieron a cargo totalmente del antorchismo, “de hombres y mujeres que se empeñan en rescatar al país de la condición caótica en que ha sido puesto”.
El evento, usualmente repleto de colorido y “cargado” ahora con más de 5 mil participantes de todo el país y que durante una semana medirán fuerzas en las distintas disciplinas deportivas, sirvió de escenario para pasar lista de presentes, de propios unos y de otros ya no tan extraños, como los alcaldes de Los Reyes La Paz e Ixtapaluca, Rolando Castellanos y Humberto Navarro de Alba; la anfitrionía siempre afable de Juan Celis, el dirigente antorchista poblano; el líder mexiquense Jesús Tolentino Román Bojórquez; los diputados federales Maricela Serrano Hernández e Inocencio Ibarra Piña.
Ahí, Samuel Aguirre, el conductor del antorchismo en Veracruz y cuyo contingente deportivo, que abrió plaza con una especie de batucada brasilero-jarocha, provocó una bulla de proporciones inmensas. Invitado especial, Javier Duarte de Ochoa, jarochísimo diputado federal y vicecoordinador del grupo parlamentario del PRI en San Lázaro. La alcaldesa de Tecomatlán, Concepción Muñiz, anfitriona también de brazos siempre abiertos…
El deporte nacional: un negocio de vergüenza
Plaza de Toros “La Antorcha” abarrotada hasta el techo. Omar Carreón, Guadalupe Orona, Soraya Córdova, Miguel Ángel Casique, Telésforo García, todos de indeleble huella antorchista, jalaron a todo el antorchismo regional.
Escucharon todos el diagnóstico que Aquiles Córdova Morán hizo del deporte nacional, reflejado en un comparativo: así como a la vaca le succionan hasta la última gota de leche, de ese modo los deportistas nacionales son desprovistos no solamente de su energía, sino de su dignidad.
Y todo porque –añadió- aquí en México el deporte se ha convertido en un gran negocio, “pero es un desastre, es una vergüenza. Sucede igual que como es manejada la vida nacional, por compadrazgos y criterios de lucro que se reparten los explotadores de los deportistas” que, en el exceso, son víctimas también de sus veleidades.
El balance obligado: aquí en Antorcha –sostiene Córdova Morán- el deporte no es adorno ni negocio; aquí no van a dejar ganancia, ni serán premiados con drogas, alcohol o mujeres para el desenfreno. Aquí se hace deporte por amor al deporte, porque nadie está podrido por la política oficial.
Valentín Meneses, enfático, declaró inaugurada la jornada deportiva, la cual servirá –sentenció- para atacar las adicciones entre los jóvenes, “adicciones que no se pueden combatir con balas”.
Y quedó grabado ahí su compromiso, el del gobierno estatal que lo envió ante el antorchismo, de estar unidos para –asentó- abatir la pobreza y la marginación.
No se hable más. Manos a la obra, don Valentín, le urgirían.
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